Esa conversación en clase con mi amiga me
venía una y otra vez a la mente…
-
¿No me digas que te gusta Robert?
-
No, no, solo digo que me recuerda
al chico que me gusta. Tranquila, ¡no te
pienso quitar al novio!! Jajaja
Esas palabras resonaban una y otra vez en mi
mente. Me preguntaba cómo había llegado esta situación, no le mentí pero ahora,
después de 3 años me preguntaba si en realidad en aquella época no sentía ya
algo por él.
Lo conocía desde hacía 4 ó 5 años y al
principio me solía hablar siempre él, porque yo era muy tímida. Recuerdo que
hablábamos día si día también por Messenger. Por aquel entonces yo solo me conectaba
una hora al día más o menos. Comenzó hablándome y yo me lo pasaba genial y
muchas veces quería saludarle, aunque no quería que pensara que era una pesada,
así que he de confesar que antes de saludarle miraba si el día anterior me
había saludado él y además cuánto tiempo hacía desde la última vez que hablamos.
Ahora no puedo creer que hiciera eso. Poco a
poco nos hicimos muy amigos, teníamos mil cosas en común, aunque algunas las
hacía coincidir yo un poco más de lo normal, porque no quería que se cansara de
hablar conmigo. A pesar de que hablábamos por Messenger se convirtió en uno de
mis mejores amigos, se lo contaba todo, incluso los problemas que pasaba en
aquel momento, incluso le conté que había pensado en quitarme la vid. Eso es algo
que no logré decir a nadie más hasta unos años después, cuando ya lo tenía casi
superado.
Estaba deseando ponerme en Messenger para
hablar con él, porque hablar con Robert era un soplo de aire fresco en un
desierto árido y solitario. Todo esto pasó en verano, pero el verano acabó y teníamos
que regresar a las clases. Antes de ir le advertí que en Messenger me había
soltado bastante, y que aunque no lo pareciera cara a cara era muy tímida,
exageradamente tímida.
Llegó el día de la presentación. Allí estaba,
con los amigos que teníamos en común y pasé casi sin saludarle. Dije un ‘hola’ casi inaudible y agaché la cabeza.
Me estaba muriendo de rabia, pensé que esta vez sería capaz de cambiar. Lo
cierto es que lo acabé consiguiendo, pero lentamente. Sinceramente, no sé cómo
no me mandó a paseo. Ahí fue cuando comencé a percatarme que se parecía mucho a
mi primer y único amor, que todavía amaba, Leo, a quien hice muchas cosas
imperdonables pero aún así me consideraba su amiga. Aun así, lo de Leo ya es
otro tema.
Unos tres años después, Robert y una amiga que
teníamos en común, Emily, empezaron a salir. Recuerdo como me lo dijo Emily
toda ilusionada en una clase en la que el profesor había faltado.
-
Susana, ¡tengo que contarte una
cosa! – me dijo muy emocionada.
-
¿Qué pasa? – estaba realmente intrigada.
-
Verás… ¡tengo novio!
-
¿Quién es? – Dije un poco
sorprendida, y aunque me lo imaginaba, fingí sorpresa.
-
¡Robert! – dijo rápido y bajito
para que nadie más se enterara.
Al ver que en mi cara no había ninguna
reacción se sorprendió.
-
Pensé que te sorprenderías más. Bea comenzó a
gritar y a decir que no era cierto.
Me reí.
-
Lo siento. Es que no sé porque
pero me lo imaginaba. Me alegro por vosotros.
No estaba fingiendo, realmente me alegraba,
los quería mucho a ambos y deseaba que les fuera bien. Pero la cosa no salió
así. Los problemas entre ellos comenzaron a surgir no mucho tiempo después;
peleaban, se arreglaban, y alguna que otra vez estuve allí para ellos, de buena
gana para ayudar a que se solucionaran sus pequeños problemas de pareja.
Recuerdo aquella época muy bien. Robert
comenzó a contarme los problemas que tenía con Emily y comencé a llevarme mejor
con él que con ella. Yo también le contaba lo que me ocurría con Leo, que aunque
no tenía nada que ver con lo suyo, porque lo mío era un amor no correspondido, o eso es lo que siempre he creído, porque
nunca llegué a decirle lo que sentía por él. Pero la cosa no pasaba de ahí, yo nunca
pensé ni pude imaginar que me acabaría enamorando de él. Era algo que no
entraba en mis planes…
Cuando cortaron pasaron muchas cosas, y aunque
entendía los dos puntos de vista, no
estaba de acuerdo con Robert, y se lo hice saber, había confianza. Eso pasó y
yo seguí contándole cosas de Leo sin decirle quién era. De hecho por aquel
entonces solo lo sabían dos personas.
Finalmente, conseguí olvidarme de Leo, aunque
fue a la fuerza, no era quien yo creía que era. Pero aún y así me seguía
importando, era mi amigo después de todo.
Cada vez que hablaba con él, cada vez que me
iba a dormir sentía un vacío enorme en mí. Me estaba volviendo loca, me juré no
volver a amar así, a menos que fuera correspondido. Y no pude cumplir esa
promesa.
Yo me sentía muy mal y Robert siempre estaba
allí para animarme y subirme el ánimo. Estaba agradecida, o eso creía.
Unos meses después, comencé a darme cuenta de
lo que estaba empezando a sentir, aún y así no quería reconocerlo. Emily, mi
amiga todavía le quería, y le prometí que la ayudaría en lo que pudiera. ¿Cómo
podía enamorarme del mismo chico que ella?
Recuerdo que hice todo lo posible por no
aceptarlo, pero en las cosas del corazón no se manda. Aún y con esas, me
prometí apoyar a Emily y dejar de lado mis sentimientos, dejarlos arrinconados
en una parte de mi corazón y que nadie se enterara de ellos, como había hecho
con Leo por muchos años.
A pesar de esto, los sentimientos querían salir,
no querían estar encerrados. Así que me desahogaba poniendo alguna que otra
frase en Messenger. Robert me preguntó una vez
si me gustaba alguien por las frases que escribía, y porque yo alguna
vez también se lo había preguntado a él. No podía mentirle, si. Él esperaba que le dijera quien era, pero yo
prefería no hacerlo, porque si no se volvería un sentimiento más real, y yo quería
olvidarle. No le mentí, era lo que sentía, pero más que por eso era porque no
podía decirle lo que sentía por él.
El tiempo iba pasando. De vez en cuando me preguntaba
que quién era ese chico, ya que le había prometido que cuando le olvidara le
diría quien era. Pero habían pasado más de tres meses y todavía no lo había
olvidado. No podía permitir que me enamorara del todo de él, tenía que hacer
algo, pero no se me ocurría nada.
Lentamente llegó agosto, y ya sólo quedaba un
mes de vacaciones.
Nos habíamos visto solo una vez, ya que yo no
era de quedar y ahora yo me había ido a Andalucía. Cuando me dijeron que íbamos
a ir me puse contenta, pero a la vez me sentí un poco triste porque me había
acostumbrado a hablar prácticamente cada día con Robert y me aburriría
bastante. Además las fiestas del pueblo habían acabado y mis primos se habían
ido. Por suerte, conseguí tener internet, así que esa semana no se hizo nada
pesada.
Allí era más libre para acostarme tarde, todos
lo hacían, así que mis padres no podían decirme nada. Me quedaba hasta tarde
hablando con él. Robert un día me volvió a preguntar por ese chico. Yo nunca me
había confesado, de hecho, no pensaba hacerlo nunca, y menos con él. Pero a la
vez sentía la necesidad de decírselo, yo ya había estado pensando en hacerlo.
Cuando
me preguntó, noté como mi corazón latía a mil pulsaciones por segundo. ¡Suerte
que no era cara a cara! Si no hubiera sido capaz de haberme desmayado. Me
decidí a decirlo sin rodeos, porque siempre que me preguntaba le hacía
insistir, y cuando me decidía a hacerlo, paraba. Esta vez no me pasaría eso.
Decidí decírselo, de la forma más rara y menos romántica, pero él no se quedó
corto. Simplemente dije:
-
Bueno, yo te lo digo, pero nos sé
si te lo creerás…Eres tú.
-
¿En serio?
-
Sí.
-
Bueno, la verdad es que me lo
imaginaba.
¿Cómo que se lo imaginaba? ¿Cómo podía decir
eso?
Nunca pensé que me confesaría, y mucho menos
que esa fuera la respuesta. Pero estaba hecho, y la verdad es que no me
arrepentía para nada.
Me explicó que se lo imaginaba porque no se lo
quise decir antes, aunque esa no fue realmente la razón, y todavía me pregunto
si se hubiera desilusionado en caso de haber sido otro chico.
Después de esto nuestra relación no empeoró,
como yo temía y por eso nunca me había confesado antes. Nos llevábamos igual de
bien y además hablábamos de este tema. Robert me preguntaba cosas como qué era
lo que me gustaba de él. Siempre pensé que esto sería incómodo, pero nunca lo
fue. No sé si era por mí o por él. Tal vez si me hubiera confesado a otro, las
cosas no hubieran sido así. Él tenía algo, algo distinto que me transmitía cierta
paz y tranquilidad. Deseé que las cosas fueran así siempre, pero uno nunca
consigue lo que desea.
Yo estaba muy ajetreada con el Trabajo de
Investigación. Estaba ya en segundo de Bachillerato y debía ponerme las pilas,
no podía permitir que el amor que sentía me despistara de mis obligaciones. A
veces sentía que estábamos más distanciados, y otras veces menos. No sé, a
veces quería estar más con él, pero cada vez sentía que lo quería más como
amigo que como otra cosa. Tal vez confundí mis sentimientos, o eso creía.
En aquella época empecé a gustarle a un chico,
o eso parecía, la verdad es que me hacía gracia, aunque había una pega bastante
determinante para que pasara de él. Aún así parecía que me ayudaba a olvidarme
de Robert, me daba lo que necesitaba de mi amigo, claro está, a él le gustaba.
Pasó poco tiempo para que yo empezara a hacer
ver a Robert que ya no sentía nada por él, y él me confesó que le gustaba una chica,
que precisamente iba a mi instituto, aunque nunca supe quien fue. La verdad es
que me molestó un poco, pero pensé que realmente lo había superado. Eso me
ponía realmente contenta, no tenía que sentirme mal por Emily, ahora podría
apoyarla más alegremente cuando de vez en cuando me pedía que investigara que
sentía Robert por ella en ese momento.
Ahora me apetecía quedar con él, quería saber
que reacción tendría yo en ese momento, ya que nunca había llegado a estar en
esa situación y tenía curiosidad por mi forma de actuar ya que yo misma me
consideraba, y me considero pésima con
las relaciones humanas. Conseguí convencerle para ir a una especia de feria con
otra amiga.
En realidad pensaba ir más gente pero por H o
por B solo fuimos tres. Yo estaba encantada con la situación. Al principio sí
que es cierto que había un poco de tensión, seguramente por mi parte y también
porque mis padres iban en el coche, pero poco a poco me fui soltando y siendo
yo misma de nuevo. Estaba satisfecha de cómo se desenvolvían los hechos.
Una vez en la feria caminamos, miramos las
cosas que había expuestas, nos compramos algo y decidimos ir a comer. Para esas
horas ya le había contado a Sam la situación del chico que me iba detrás y de
sus piques con Robert. También le conté que estaba en esa feria y que me pidió
mi número de teléfono para que nos encontráramos, pero aun no me había llamado
y yo sentía alegría y pena a la vez.
-
Pues llámale tú, ¿no?. Tú también
tienes su número.- Dijo Robert un poco en tono de burla, sabiendo que no lo
haría.
Sonó ni móvil.
-
¿Te imaginas que es él?
Nos reímos los tres.
-
Sí, seguro – respondí yo en tono
irónico mientras buscaba el móvil. Entonces me quedé parada, era él. Los chicos
vieron mi cara y comenzaron a murmurar.
-
¿Ves? Antes lo decimos, antes
llama.
-
¿Sí? – Dije alejándome un poco del
bullicio que había en el bar.- Estamos en un bar… No sabría decirte, ¿en el
centro comercial?... es verdad… Sí, ya lo hemos visto, pero supongo que
volveremos… Bueno, primero teníamos pensado pasar por el escenario… De acuerdo,
cuando vayamos hacía allí te llamo, a ver si estáis… ¡Hasta luego!
Colgamos.
-
Ya os vale. – Les dije fulminándolos con la
mirada e intentando pegarles. Pero como siempre, Robert se rió de mi… ¿intento
de patada? La verdad es que no era muy buena pegando. – Supongo que habréis
escuchado, si vamos luego al centro le llamo para vernos.
-
Uy, uy que le sale novio a Susana –
dijo en tono gracioso Sam.
-
¡Qué va! No te unas a Robert, que
solo me falta eso.. – Dije intentando hacer cara de estar entre decepcionada y
a punto de llorar, aunque no me salió muy bien y comenzamos a reírnos todos.
Después de eso nos
dirigimos al escenario. Había una actuación, aunque no era de profesionales
decidimos ir a verla, ya que hacía dos años cuando fuimos al mismo sitio, pero
había cola y decidimos no esperar.
Esta vez les
convencí, tenía curiosidad para ver que era. Cogimos sitio en el suelo, e
incluso en el suelo estábamos apretados por la cantidad de gente que había.
Hablamos de trivialidades mientras empezaba, y Sam y Robert comenzaron a hablar de Gossip Girl, la serie de moda, inevitablemente
dejé de prestar atención a su conversación, porque Robert estaba contando capítulos
que Sam se había perdido, pero yo había visto, y comencé a sentirme de lado en
la conversación. Me puse a leer uno de los libros que me había comprado, pero
la mente se me iba fácilmente a mis preocupaciones mientras les escuchaba de
fondo. “¿Y ahora porqué me siento sola? No, no puede ser, no me están dejando
de lado. Solo hablan y se ponen al día, hace mucho que no se veían y yo he
hablado con ambos. Pero entonces, no sé porque me siento así. ¿No serán celos?
No, no, no, no es posible, no siento nada por él. Además si no se acuerda de
algo me lo pregunta, no me están dejando aislada, quien se aísla soy yo. Ya lo
he superado, no, no debe ser eso”.
-
Hey Susana!, ¿Qué te pasa? Estás
rara. – Robert me sacó de mis pensamientos.
-
Nada, nada. Solo estaba leyendo.
-
Léelo en casa, ¿no? Habla con
nosotros.
-
Es que ya le estabas contando tú
la historia, ¿que más decir?
-
Si ya hemos acabado.
-
Ups, no me había enterado.
Y así volvió a pasar un rato más, ya
llevábamos casi una hora allí y nada pasaba. Ya nos dolían las piernas de cómo
estábamos sentados e íbamos cambiando de posición. Al final acabó Sam echada en
la pierna de Robert que las tenía flexionadas y yo apoyada en la otra pierna medio
dormida.
Por una parte queríamos irnos ya, pero por
otra ya llevábamos mucho rato y queríamos esperar. Al final vimos unas cuantas
actuaciones y nos fuimos, no era gran cosa.
-
Ahora entiendo porque no nos
quedamos la otra vez.
-
Pues sí, no volveremos al
escenario más.
-
¡Cierto! Bueno, ¿vamos a ir ahora
allí?
-
Como queráis. - Respondió Robert.
-
Sí, que yo quiero ver a tu amiguito.
-
Sam! – Le dije poniéndole mala
cara mientras se reía con Robert. Saqué mi teléfono y marqué el número.- Hola!
Ya hemos salido del escenario… Sí, ahora vamos… Sí, sé donde está, lo del
centro, ¿no?... De acuerdo, sí… Vale, ¡hasta ahora!
-
¿Y bien?
-
Hemos quedado en el estante del
medio, cuando este allí le haré una llamada perdida.
Robert puso entre mala cara, la misma de
disgusto que debía de tener Dani cuando se enteró que también iba a ir él. Llegamos
allí y esperamos un rato. No le veía por ningún lado. Entonces Robert lo
reconoció cuando venía. “Y eso que le cae mal”, pensé sonriente.
-
¡Hola!
-
Hola, por fin nos vemos.
-
Sí, – Comenzó a hablarme de que se había comprado,
presentamos a nuestros amigos, y nos
despedimos. Recuerdo que luego, hablando por Messenger me dijo que no nos habíamos
dado dos besos, y yo me alegraba. Esta esa circunstancia que hacía que no me
fijara en él para nada.
Estuvimos un rato más dando vueltas sin rumbo,
un poco culpa mía porque no me quería ir, estaba muy a gusto con ellos y en
parte por culpa de Sam. Su madre tenía que pasar a buscarla, y hasta que no
acabara con lo que estaba haciendo no podía venir. Llamé a mi madre y le dije
que estábamos esperando y que luego iríamos donde estaban. Nos hicimos unas
últimas fotos de recuerdo, y Sam volvió a decirme que había cambiado mucho. Tanto
hablar con Robert me había cambiado, ahora era menos callada y decía las cosas
más claras.
Sam se fue y nosotros fuimos a buscar a mis
padres para que nos pasaran a buscar. Nos alejamos un poco de ellos para
hablar, aunque mi madre tenía la oreja puesta y se esperó hasta que llegáramos
a su altura.
Una vez en casa estaba muy confundida, se suponía
que lo había superado, se suponía que ya no le quería. Y ahora me resultaba,
sin saber porqué, era muy doloroso tener ese sentimiento y no poder decírselo,
porque entonces no me hablaría de sus problemas y yo quería ayudarle, igual que
siempre me ayudó a mí.
Pasaron unas cuantas semanas y la fecha límite
para entregar el Trabajo de Investigación se acababa, me pasaba noches sin
dormir intentando hacerlo, porque de vez en cuando, la verdad es que bastante
seguido, hablaba con Robert.
Fue en una de esas noches cuando le dije que
todavía le quería, que se aclaró, sin saber cómo salió el tema, que le amaba,
que no simplemente me gustaba. Me dijo que si lo hubiera sabido se hubiera
alejado un poco para que me fuera más fácil olvidarle. Era extraño, incómodo.
Había pasado un mes más, habíamos hablado de
que me ayudaría a hacer la presentación del Trabajo de Investigación, pero todo
quedó en el aire; un día no podía yo, otro no podía él… hasta que quedamos un
día, pero a última hora me dijo que no podía, que tenía que ir a no sé
dónde. La verdad es que últimamente no
hacía más que tener este sentimiento que jamás había tenido hasta entonces.
Cuando él pensaba que ya no sentía nada por él salió el tema de los besos, y
dijo de besarnos, que para él no significaba nada, y que además así yo
practicaría, además me dijo que quería una opinión de cómo besaba. Me negué por
miedo de volver a caer. Pero no puedes caer más si ya estás en el suelo ¿no?.
Tenía pensado decirle que nos besáramos, que me apetecía. Realmente quería
saber que se sentía y si era él sería mejor que si fuera otro en esos momentos,
deseaba saber que se sentía besar a la persona que amabas.
Nada pasó en un largo tiempo. Vino a ver mi
presentación al igual que Leo. Hablando de Leo, fue con él con quien ensayé la presentación,
parecía que volvíamos a ser muy amigos. Nos llevábamos mejor que hacía tiempo.
Después de la presentación nos vimos alguna
vez más, venía al instituto a ver a sus antiguos amigos y compañeros de clase. Recuerdo
una vez que nos vimos, pero ahora ya hace tiempo y no sabría decir si fue antes
o después de la presentación, pero recuerdo que me peleé con mi madre y le dije
que me acompañara a ver una película que tenía pensado ir a ver sola y él
accedió. Estaba entre asustada por si mi madre lo descubría y emocionada. La
película que vimos tenía un punto romántico, de hecho una amiga me dijo que
esas películas eran para irlas a ver con tu pareja, y yo sentía que era como
una especie de cita, aunque sabía que no era así, que él no lo sentía así.
Recuerdo la escena del beso, me giré a mirarle
disimuladamente, mordiéndome el labio inferior, me pregunto qué hubiera pasado
si se hubiera dado cuenta de lo que estaba pensando en ese momento. Después de
eso no pasó nada más.
Poco a poco me iba soltando, cada vez me daba
menos vergüenza decir lo que sentía, especialmente por Messenger, y comencé a
insinuarme, a decir muchas cosas que todavía no puedo creer que dijera. Cada
vez le decía más cosas, ya no sabía si lo hacía porque pensaba que él prefería
que fuera así, porque estaba desesperada porque me prestara atención o si
simplemente, me había vuelto loca.
Al principio no era realmente consciente de
eso, hasta que Emily apareció de nuevo rogándome que le preguntara a Robert que
sentía por ella, y que si volvería con ella. Se me encogió el corazón.
Fue entonces cuando me vinieron aquellas
palabras. No sabía cuándo me había empezado a dar igual lo que ella sintiera, y
no quería que sufriera, pero si para que ella no sufriera tenía que sufrir yo
por callarme lo que sentía, no lo haría, no, ahora ya no. Había llegado demasiado
lejos. Sí, investigué, Robert me pidió que no lo dijera directamente ni de
golpe que no, no pensaba volver con ella. He de reconocer que me moría de ganas
por decírselo así, bruscamente, para que Emily se alejara un poco.
De nuevo pasó un tiempo sin nada interesante,
quedamos alguna vez y de nuevo el tema de besos. Últimamente salía a menudo en
nuestras conversaciones, alguna vez lo sacaba yo, pero todo acababa en una
especie de broma.
Llegó un momento en que lo que Emily pudiera
sentir al saber lo que yo quería comenzó a darme igual. De hecho, ya no era su
novio, así que no tenía ningún derecho a echarme en cara nada y además, él
tampoco sentía nada por ella así que decidí pasar a la acción.
Sabía que Robert no sentía nada por mí pero,
aún así, estaba segura de que si chinchaba un poco, algo conseguiría.
Hubo un tiempo en que casi nada cambió. Mi
relación con Robert era la misma y la que tenía con Emily se enfrió un poco. Ya
no nos veíamos en clase y si seguía hablando mucho con ella me costaría más
actuar, además que siempre me preguntaba por Robert, ya comenzaba a ser pesada,
a veces, incluso parecía que lo hiciera a posta, para dejarme claro que no me
dejaría hacer nada con él.
Ya hacía unos meses que la cosa iba así y ya
estaba cansada. Si que es cierto que las bromas habían subido de intensidad y
ya no eran tan bromas, pero todavía nada había pasado y yo yo quería poderle
besar no solo decir que lo haríamos.
Susy!
Dice: Entonces ¿pasamos la noche en el piso de Emily?
RoB
Dice: Sí, lo dijeron ayer. Ha convencido a sus padres
para que nos podamos quedar.
Susy!
Dice: Madre mía, a ver lo que le va a pasar a la
casa..
RoB
Dice: Sí… contigo… eres capaz de quemarla.
Susy!
Dice: ¡¡Oye!! Si la quemó será porque te me acercas
mucho.
RoB
Dice: Mírala, ya comienza. Pero mucho hablar y luego
en persona nada, como siempre.
Susy!
Dice: No me tientes que no respondo.
RoB
Dice: Eso dices ahora… Ya verás que sosa estarás el
finde… Aunque tal vez con un poco de alcohol la cosa mejore ¿no?
Susy!
Dice: Claro, quieres emborracharme para que no me
acuerde de lo que he hecho, ¿no? Pues que sepas que si me emborrachas, será
peor para ti, porque no beso tan bien.
RoB
Dice: Y lo dice como si lo tuviera comprobado, pues
venga lánzate si tan bien lo haces ;)
Susy!
Dice: mmm… que bien me lo voy a pasar el finde.
Sí, no podía seguir sin hacer nada o me
arrepentiría. No me importaba si para él no significaba nada. Tendría que
intentar hacerlo cambiar de opinión, total, el ‘no’ ya lo tenía. Lo malo era
Emily, que íbamos a su piso. Seguro que se ponía a Robert en la misma
habitación que ella. Suerte que contaba con la ayuda de Sue, que sabía lo que
sentía, ella me ayudaría a que me quedara a solas con él, porque tampoco quería
que Emily lo viera, era violento.
Pensando en cómo hacer que nos quedáramos
solos y como lanzarme y estar preparada para lo que pudiera pasar, pasó la
semana y llegó el viernes, el día que nos íbamos al piso.
-
Vale, en el coche de mi padre
cogemos seis… ¿y los otros dos?
-
Yo llevo mi coche, ¿quien se viene
conmigo? – dije.
-
¡Yo y Robert! – Exclamó con
demasiado entusiasmo Sue, quise matarla en ese momento, aunque al escuchar lo
que le susurró a Emily me quedé más tranquila.
-
- Es que han tenido una pequeña
pelea y quiero que lo arreglen antes de estar allí para que no haya mal royos…
-
Pero ¿tú estás metida? – preguntó
Emily.
-
No. Pero pienso que tal vez pueda hacer que vayan
las cosas por buen camino.
-
Mejor déjalos solos, ¿no? Si
tienen público quizás se ponen cabezones y no se arreglan. Si no va bien la
cosa siempre pueden parar y te vas tú con ella y Robert que se venga.
-
Vale, voy a decírselo.
Y fue hacia el
coche donde ya me había subido yo.
-
A ver chica… yo pensaba venir con vosotros
pero me ha dicho que vaya con ella, porque le he dicho que estabais peleados y
ha pensado que mejor que no haya público para que lo arregléis…
-
Tía, no tendrías que haberle dicho
eso… me siento como una traidora.
-
Lo sé, pero no te preocupes, la
mentira la he dicho yo y ella no tiene nada que hacer. Aprovecha.- Me dijo
guiñándome un ojo y yendo hacia Robert. – Robert, yo me voy en el otro coche
que me tenía que contar no se qué Emily.
-
Vale, hasta luego. – Y se subió al
coche. – Qué miedo, ¿seguro que llegamos?
-
Qué gracioso… - y le eché una
mirada que intentaba ser fulminante.
-
No pretenderás asustarme, ¿no? –
Dijo sin aguantarse la risa lo más mínimo.
-
Ya me lo dirás más tarde… -
Susurré, pensando que no lo oiría y en ese momento el semáforo se puso en rojo.
Entonces noté como se había acercado a mi cara y me giré.
-
¿Seguro que no serás tú la que se
asuste y se eche para atrás? – Odiaba que hiciera eso… sin darse cuenta me daba
esperanzas porque era como si, aunque dijera que no le importaba, realmente
quisiera besarme. Cuando le iba a responder se puso el semáforo verde y
seguimos en silencio, escuchando la radio, hasta llegar al piso que estaba a unos
treinta minutos.
-
Sue le ha dicho a Emily que
estábamos peleados y que íbamos juntos para arreglarlo y que no hubiera mal
rollo el finde. - Dije mientras aparcaba. Paré el motor y le miré.
-
Y ¿porque?
-
Para que fuéramos juntos y… - me
acerqué sin que él se lo esperara y le di un pequeño pico, más bien rocé
fugazmente sus labios con los míos, ni siquiera lo consideraría pico. - para
que pudiera hacer esto sin sentirme culpable que nos viera.
Y salí del coche.
-
Igualmente te sentirás mal por
haberle mentido… - dijo, un poco sorprendido, después de todo, no esperaba que
lo hiciera.
-
En realidad no, porque yo no le
dije que lo hiciera, le pedí que lo hiciera estando aquí, no en el coche.
-
Ya… - Y mientras empezábamos a
caminar en dirección hacia donde habían aparcado los otros, con nuestras mochilas
a cuestas, se acercó a mí y rodeó mi cintura – Y dime… ¿aquí se va a quedar
todo o solo ha sido el comienzo? – Luego se adelantó y acercó a los demás
mientras yo me quedaba allí parada y un poco aturdida, no le entendía. Representaba
que me había preparado para sus salidas.
-
Hey Emily, habrá ascensor, ¿no?
Porque si no, nos morimos para subir todo esto.
-
Claro. – Y dirigiéndose a mí –
Susana, si no te espabilas no sabrás donde es, ¿te pasa algo?
-
No, no, perdón. Ya voy.
Una vez subimos todos dejamos las cosas, nos
pusimos el bañador y nos fuimos todos a una playa que había allí cerca. Estaba
anocheciendo. Las chicas nos metimos todas en el agua y comenzamos a jugar
mientras que los chicos se quedaron mirando. Después de un rato vino el novio
de Sue y se acercó a ella, yo dije que estaba cansada y que me iba a estirar un
rato y aproveché para sentarme al lado de Rober.
-
No me digas que vienes a la playa
y no te vas a bañar.
-
Me gusta más la arena que el agua.
-
Qué pena…
-
¿Pena? – Preguntó extrañado, porque
no sabía cuál era la pena, aunque sinceramente… ni yo lo sabía, solo me había
salido así.
-
Nada, nada.
Y me quedé un rato
más callada a su lado, echándole un vistazo de reojo de vez en cuando. Emily había venido ya varias veces a ver si
nos metíamos y como siempre decíamos que no alguna vez se quedaba con nosotros,
pero se aburría y volvía al agua. Era la séptima vez que nos lo decía.
-
Venga veniros, que aquí es
aburrido.
-
Vale, venga, que ya he descansado,
pero se nota que tú no has conducido todo el viaje.
-
Ni que fueran nueve horas – dijo
en tono irónico.
-
Venga vamos.
Estuvimos hasta pasada media noche en el agua,
pero yo ya no podía más así que les dije a los chicos que me iba al piso a
echarme un rato ya que, después de eso querían ir a cenar y necesitaba
descansar un poco. Cogí las llaves y me fui, cuando llevaba unos cuantos metros
andados me llamaron.
-
¡Espera! - Era Robert que venía
andando ligero. – Para estar solo y aburrido me vengo y pongo la tele aunque
sea.
-
Vale.- Estábamos cerca del portal cuando
de golpe se puso delante de mí y me barró el paso.
-
No me digas que teniendo esta
oportunidad la vas a desaprovechar, ahora no está Emily y no ha habido mentira
de por medio, ¿no crees que no te sentirías tan mal? – Me miraba haciéndose el
interesante…
Me reí.
-
¿De que te ries? – Le desconcerté
con mi risa, pero no lo pude evitar.
-
Es que… parece que el que quieras
seas tú y no yo. - Me escabullí de donde me tenía arrinconada – Pero como en
realidad soy yo… lo haré cuando quiera y menos te lo esperes. – Y entré al
portal.
Entramos en el piso y yo me fui a buscar la
ropa que me pondría para la noche y la toalla y después al baño a darme una
ducha y cambiarme para luego, antes que vinieran los demás y estuviera
imposible entrar. Cuando fui a abrir la puerta Robert salía.
-
Oh, no me digas que te ibas a
duchar tú. No, todo tuyo. – Y fue a sentarse en el sofá y puso la tele. Yo
entré y me quité la ropa cuando me di cuenta que me había dejado el champú del
pelo y allí no había ninguno… me iba a vestir de nuevo pero eso me tomaría
mucho tiempo, así que me enrollé la toalla y salí a buscarlo.
-
¿Eres consciente que estamos solos
aquí y que van a tardar en venir?
-
SI, y también de que no harás
nada, así que… - Y entre donde tenía la bolsa para coger el champú – Claro que…
no de que yo no haga nada… - Le dije mirándole mientras entraba en el comedor.
Sin decir nada más me acerqué a él y me puse de rodillas en el sofá al lado de
donde él estaba. Me incliné hacía él y él se giró a ver la tele – Venga, no te
hagas de rogar – le cogí de la cara y le hice mirarme, mire primero sus ojos y
luego bajé a sus labios. No podía creer que por fin tuviera lo que quería, por
fin podría besarle de verdad, me acerqué a él lentamente, quería disfrutar del
momento, ya notaba su aliento en mi boca y entonces roce mis labios suavemente
contra los suyos… Me separé un poco y volví a hacerlo. Robert también se animó
y entreabrimos nuestros labios para que nuestras lenguas pudieran jugar por
fin, después de todo ese tiempo esperándolo. Me separé y le miré, estaba
impasible… no podía creer que mi corazón se hubiera desbocado tanto y él ni
siquiera estuviera dándose cuenta que solo llevaba una toalla… Estaba por irme
cuando me acerqué de nuevo y le di un pequeño mordisco en el labio, no sé
porque lo hice, simplemente impulsos. El se me quedó mirando…
-
¿Quieres que nos quedemos aquí
esta noche mientras ellos se van? – Me dijo riéndose y medio en burla, desde
luego que no pensó que realmente lo hiciera.
-
No sería mala idea, pero no. Que
se trata que me divierta yo, no tú. – Y me metí en la ducha. Cuando salí del
baño ya habían llegado Sue y su novio, supuse que querría comprobar que podían
venir los otros… Salí de allí. – Hola chicos, ¿y los demás?
-
Ahora vendrán, no había quien les
sacara del agua.
El resto de la noche transcurrió tranquila, no
pasó nada más, aunque tampoco quería que pasara. En realidad yo no quería eso,
yo quería tener un tierno beso con él para hacer que se enamorara de mí, pero
al pensar que no daría resultado me puse a intentar provocarle, pero entonces
sería una más, no quería eso. No podía ocurrir aquello de nuevo, desistía,
tendría que buscar una forma que se fi jara en mí pero no así. Si lo hacía así
no serviría de nada.