miércoles, 23 de mayo de 2012

La carta


Para Robert:

Dolor, sufrimiento… desde que te conocí, desde que te empecé a amar… no he dejado de llorar. Tus acciones, tus palabras, siempre hacían un efecto en mí inesperado.
Por ejemplo, miles de veces se habían puesto todos del lado de mi hermana cuando había una pelea, siempre la culpa era mía, por eso, ya no lloraba, lo aceptaba, no era la más importante para nadie. Me había dejado de molestar que lo dijeran… en cambio, un día te pusiste tú de su lado. Me mataste, pensé que tú me entenderías, no pensaba ser la más importante para ti, solo quería que me entendieras… no lo hiciste, de hecho nunca lo haces, es por eso. Siempre estoy llorando.
Necesito tu apoyo, que estés a mi lado, y no te siento. A veces sí, pero, cuando peor estoy… nunca estás… me gustaría saber por qué. Porqué algo que tú me dices me afecta mil veces más de lo normal. Por qué… por qué te sigo queriendo. Nunca lo entenderé. No tiene sentido. Debo ser masoquista… porque no me canso… Quiero estar a tu lado, no, necesito estarlo.
Aunque sé que algo así tampoco es posible. Tampoco me veo siendo tu pareja, solo quiero que estés ahí para mí… Lo sé, soy muy egoísta, pero no lo puedo evitar. Siempre me he considerado madura, he aprendido a aceptar las críticas, los insultos, la soledad… pero si esto viene de ti… no puedo. No puedo evitar comportarme como una cría. Te quiero. Tal vez, sea que intenté llamar tu atención. Es irónico, se de sobras que de esa forma nunca seré la única a la que veas… Pero, ¿qué puedo hacer?
Eres el único que me causa tanto sufrimiento… pero también el único que me puede hacer sentir feliz, como si estuviera en las nubes, solo tú, solo tú puedes hacerme sentir única, aunque no lo sea…
Unas simples palabras tuyas y el día más horrible de mi vida se convierte en el mejor de todos. Un cumplido siempre me hizo feliz, soy simple, pero un cumplido tuyo… es algo que siempre he deseado, pocas veces he recibido, pero esas veces me sentí realmente importante, feliz. Siempre recordaré los momentos en que me dijiste que me querías, que era importante para ti… realmente me hiciste feliz. Tu querer no era el mismo que el que yo sentía por ti, aun así nunca había sentido la sensación de que alguien me quisiese fuera de mi casa, cariño que más bien sentía obligado.
Cuántas veces me hubiera gustado sentir tu abrazo en esas noches depresivas, aquellas noches que no paraba de llorar y pensar en ti. Hubiera hecho cualquier cosa por ti, cualquiera… lo hubiera dejado todo si eso hubieses querido. Todo por ti. Todo… Ahora ya no.
Creo que no te dejé de querer, eres una persona importante para mí, la primera persona que me hizo sentir amor y odio a la vez, tristeza y felicidad, nunca pensé que eso pudiera pasar. Pero ya no es igual. Ya no daría mi vida por ti. No lo mereces. Me hiciste sufrir… demasiado… ahora quiero vengarme. Mereces pasar lo que yo pasé. Solo espero que mi venganza no me perjudique… se que después de efectuarla no te podré volver a ver, eso me entristece, no es que te quiera dañar, solo no te puedo personar. Me hiciste feliz pero todo este tiempo me he sentido engañada… solo quiero decirte una cosa, a pesar de todo. Te quiero. Por eso no pude evitar vengarme… No lo olvides… De verdad, te amo. Creo que siempre te amaré. 
Adiós.

domingo, 20 de mayo de 2012

Robert


Esa conversación en clase con mi amiga me venía una y otra vez a la mente…
-          ¿No me digas que te gusta Robert?
-          No, no, solo digo que me recuerda al chico que me gusta.  Tranquila, ¡no te pienso quitar al novio!! Jajaja
Esas palabras resonaban una y otra vez en mi mente. Me preguntaba cómo había llegado esta situación, no le mentí pero ahora, después de 3 años me preguntaba si en realidad en aquella época no sentía ya algo por él.
Lo conocía desde hacía 4 ó 5 años y al principio me solía hablar siempre él, porque yo era muy tímida. Recuerdo que hablábamos día si día también por Messenger. Por aquel entonces yo solo me conectaba una hora al día más o menos. Comenzó hablándome y yo me lo pasaba genial y muchas veces quería saludarle, aunque no quería que pensara que era una pesada, así que he de confesar que antes de saludarle miraba si el día anterior me había saludado él y además cuánto tiempo hacía desde la última vez que hablamos.
Ahora no puedo creer que hiciera eso. Poco a poco nos hicimos muy amigos, teníamos mil cosas en común, aunque algunas las hacía coincidir yo un poco más de lo normal, porque no quería que se cansara de hablar conmigo. A pesar de que hablábamos por Messenger se convirtió en uno de mis mejores amigos, se lo contaba todo, incluso los problemas que pasaba en aquel momento, incluso le conté que había pensado en quitarme la vid. Eso es algo que no logré decir a nadie más hasta unos años después, cuando ya lo tenía casi superado.
Estaba deseando ponerme en Messenger para hablar con él, porque hablar con Robert era un soplo de aire fresco en un desierto árido y solitario. Todo esto pasó en verano, pero el verano acabó y teníamos que regresar a las clases. Antes de ir le advertí que en Messenger me había soltado bastante, y que aunque no lo pareciera cara a cara era muy tímida, exageradamente tímida.
Llegó el día de la presentación. Allí estaba, con los amigos que teníamos en común y pasé casi sin saludarle. Dije un ‘hola’ casi inaudible y agaché la cabeza. Me estaba muriendo de rabia, pensé que esta vez sería capaz de cambiar. Lo cierto es que lo acabé consiguiendo, pero lentamente. Sinceramente, no sé cómo no me mandó a paseo. Ahí fue cuando comencé a percatarme que se parecía mucho a mi primer y único amor, que todavía amaba, Leo, a quien hice muchas cosas imperdonables pero aún así me consideraba su amiga. Aun así, lo de Leo ya es otro tema.
Unos tres años después, Robert y una amiga que teníamos en común, Emily, empezaron a salir. Recuerdo como me lo dijo Emily toda ilusionada en una clase en la que el profesor había faltado.
-          Susana, ¡tengo que contarte una cosa! – me dijo muy emocionada.
-          ¿Qué pasa?  – estaba realmente intrigada.
-          Verás… ¡tengo novio!
-          ¿Quién es? – Dije un poco sorprendida, y aunque me lo imaginaba, fingí sorpresa.
-          ¡Robert! – dijo rápido y bajito para que nadie más se enterara.
Al ver que en mi cara no había ninguna reacción se sorprendió.
-           Pensé que te sorprenderías más. Bea comenzó a gritar y a decir que no era cierto.
Me reí.
-          Lo siento. Es que no sé porque pero me lo imaginaba. Me alegro por vosotros.
No estaba fingiendo, realmente me alegraba, los quería mucho a ambos y deseaba que les fuera bien. Pero la cosa no salió así. Los problemas entre ellos comenzaron a surgir no mucho tiempo después; peleaban, se arreglaban, y alguna que otra vez estuve allí para ellos, de buena gana para ayudar a que se solucionaran sus pequeños problemas de pareja.
Recuerdo aquella época muy bien. Robert comenzó a contarme los problemas que tenía con Emily y comencé a llevarme mejor con él que con ella. Yo también le contaba lo que me ocurría con Leo, que aunque no tenía nada que ver con lo suyo, porque lo mío era un amor no correspondido,  o eso es lo que siempre he creído, porque nunca llegué a decirle lo que sentía por él. Pero la cosa no pasaba de ahí, yo nunca pensé ni pude imaginar que me acabaría enamorando de él. Era algo que no entraba en mis planes…
Cuando cortaron pasaron muchas cosas, y aunque entendía los dos puntos de vista,  no estaba de acuerdo con Robert, y se lo hice saber, había confianza. Eso pasó y yo seguí contándole cosas de Leo sin decirle quién era. De hecho por aquel entonces solo lo sabían dos personas.
Finalmente, conseguí olvidarme de Leo, aunque fue a la fuerza, no era quien yo creía que era. Pero aún y así me seguía importando, era mi amigo después de todo.
Cada vez que hablaba con él, cada vez que me iba a dormir sentía un vacío enorme en mí. Me estaba volviendo loca, me juré no volver a amar así, a menos que fuera correspondido. Y no pude cumplir esa promesa.
Yo me sentía muy mal y Robert siempre estaba allí para animarme y subirme el ánimo. Estaba agradecida, o eso creía.
Unos meses después, comencé a darme cuenta de lo que estaba empezando a sentir, aún y así no quería reconocerlo. Emily, mi amiga todavía le quería, y le prometí que la ayudaría en lo que pudiera. ¿Cómo podía enamorarme del mismo chico que ella?
Recuerdo que hice todo lo posible por no aceptarlo, pero en las cosas del corazón no se manda. Aún y con esas, me prometí apoyar a Emily y dejar de lado mis sentimientos, dejarlos arrinconados en una parte de mi corazón y que nadie se enterara de ellos, como había hecho con Leo por muchos años.
A pesar de esto, los sentimientos querían salir, no querían estar encerrados. Así que me desahogaba poniendo alguna que otra frase en Messenger. Robert me preguntó una vez  si me gustaba alguien por las frases que escribía, y porque yo alguna vez también se lo había preguntado a él. No podía mentirle, si.  Él esperaba que le dijera quien era, pero yo prefería no hacerlo, porque si no se volvería un sentimiento más real, y yo quería olvidarle. No le mentí, era lo que sentía, pero más que por eso era porque no podía decirle lo que sentía por él.
El tiempo iba pasando. De vez en cuando me preguntaba que quién era ese chico, ya que le había prometido que cuando le olvidara le diría quien era. Pero habían pasado más de tres meses y todavía no lo había olvidado. No podía permitir que me enamorara del todo de él, tenía que hacer algo, pero no se me ocurría nada.
Lentamente llegó agosto, y ya sólo quedaba un mes de vacaciones.
Nos habíamos visto solo una vez, ya que yo no era de quedar y ahora yo me había ido a Andalucía. Cuando me dijeron que íbamos a ir me puse contenta, pero a la vez me sentí un poco triste porque me había acostumbrado a hablar prácticamente cada día con Robert y me aburriría bastante. Además las fiestas del pueblo habían acabado y mis primos se habían ido. Por suerte, conseguí tener internet, así que esa semana no se hizo nada pesada.
Allí era más libre para acostarme tarde, todos lo hacían, así que mis padres no podían decirme nada. Me quedaba hasta tarde hablando con él. Robert un día me volvió a preguntar por ese chico. Yo nunca me había confesado, de hecho, no pensaba hacerlo nunca, y menos con él. Pero a la vez sentía la necesidad de decírselo, yo ya había estado pensando en hacerlo.
 Cuando me preguntó, noté como mi corazón latía a mil pulsaciones por segundo. ¡Suerte que no era cara a cara! Si no hubiera sido capaz de haberme desmayado. Me decidí a decirlo sin rodeos, porque siempre que me preguntaba le hacía insistir, y cuando me decidía a hacerlo, paraba. Esta vez no me pasaría eso. Decidí decírselo, de la forma más rara y menos romántica, pero él no se quedó corto. Simplemente dije:
-          Bueno, yo te lo digo, pero nos sé si te lo creerás…Eres tú.
-          ¿En serio?
-          Sí.
-          Bueno, la verdad es que me lo imaginaba.
¿Cómo que se lo imaginaba? ¿Cómo podía decir eso?
Nunca pensé que me confesaría, y mucho menos que esa fuera la respuesta. Pero estaba hecho, y la verdad es que no me arrepentía para nada.
Me explicó que se lo imaginaba porque no se lo quise decir antes, aunque esa no fue realmente la razón, y todavía me pregunto si se hubiera desilusionado en caso de haber sido otro chico.
Después de esto nuestra relación no empeoró, como yo temía y por eso nunca me había confesado antes. Nos llevábamos igual de bien y además hablábamos de este tema. Robert me preguntaba cosas como qué era lo que me gustaba de él. Siempre pensé que esto sería incómodo, pero nunca lo fue. No sé si era por mí o por él. Tal vez si me hubiera confesado a otro, las cosas no hubieran sido así. Él tenía algo, algo distinto que me transmitía cierta paz y tranquilidad. Deseé que las cosas fueran así siempre, pero uno nunca consigue lo que desea.
Yo estaba muy ajetreada con el Trabajo de Investigación. Estaba ya en segundo de Bachillerato y debía ponerme las pilas, no podía permitir que el amor que sentía me despistara de mis obligaciones. A veces sentía que estábamos más distanciados, y otras veces menos. No sé, a veces quería estar más con él, pero cada vez sentía que lo quería más como amigo que como otra cosa. Tal vez confundí mis sentimientos, o eso creía.
En aquella época empecé a gustarle a un chico, o eso parecía, la verdad es que me hacía gracia, aunque había una pega bastante determinante para que pasara de él. Aún así parecía que me ayudaba a olvidarme de Robert, me daba lo que necesitaba de mi amigo, claro está, a él le gustaba.
Pasó poco tiempo para que yo empezara a hacer ver a Robert que ya no sentía nada por él, y él me confesó que le gustaba una chica, que precisamente iba a mi instituto, aunque nunca supe quien fue. La verdad es que me molestó un poco, pero pensé que realmente lo había superado. Eso me ponía realmente contenta, no tenía que sentirme mal por Emily, ahora podría apoyarla más alegremente cuando de vez en cuando me pedía que investigara que sentía Robert por ella en ese momento.
Ahora me apetecía quedar con él, quería saber que reacción tendría yo en ese momento, ya que nunca había llegado a estar en esa situación y tenía curiosidad por mi forma de actuar ya que yo misma me consideraba, y  me considero pésima con las relaciones humanas. Conseguí convencerle para ir a una especia de feria con otra amiga.
En realidad pensaba ir más gente pero por H o por B solo fuimos tres. Yo estaba encantada con la situación. Al principio sí que es cierto que había un poco de tensión, seguramente por mi parte y también porque mis padres iban en el coche, pero poco a poco me fui soltando y siendo yo misma de nuevo. Estaba satisfecha de cómo se desenvolvían los hechos.
Una vez en la feria caminamos, miramos las cosas que había expuestas, nos compramos algo y decidimos ir a comer. Para esas horas ya le había contado a Sam la situación del chico que me iba detrás y de sus piques con Robert. También le conté que estaba en esa feria y que me pidió mi número de teléfono para que nos encontráramos, pero aun no me había llamado y yo sentía alegría y pena a la vez.
-          Pues llámale tú, ¿no?. Tú también tienes su número.- Dijo Robert un poco en tono de burla, sabiendo que no lo haría.
Sonó ni móvil.
-          ¿Te imaginas que es él?
Nos reímos los tres.
-          Sí, seguro – respondí yo en tono irónico mientras buscaba el móvil. Entonces me quedé parada, era él. Los chicos vieron mi cara y comenzaron a murmurar.
-          ¿Ves? Antes lo decimos, antes llama.
-          ¿Sí? – Dije alejándome un poco del bullicio que había en el bar.- Estamos en un bar… No sabría decirte, ¿en el centro comercial?... es verdad… Sí, ya lo hemos visto, pero supongo que volveremos… Bueno, primero teníamos pensado pasar por el escenario… De acuerdo, cuando vayamos hacía allí te llamo, a ver si estáis… ¡Hasta luego!

Colgamos.
-           Ya os vale. – Les dije fulminándolos con la mirada e intentando pegarles. Pero como siempre, Robert se rió de mi… ¿intento de patada? La verdad es que no era muy buena pegando. – Supongo que habréis escuchado, si vamos luego al centro le llamo para vernos.
-          Uy, uy que le sale novio a Susana – dijo en tono gracioso Sam.
-          ¡Qué va! No te unas a Robert, que solo me falta eso.. – Dije intentando hacer cara de estar entre decepcionada y a punto de llorar, aunque no me salió muy bien y comenzamos a reírnos todos.
Después de eso nos dirigimos al escenario. Había una actuación, aunque no era de profesionales decidimos ir a verla, ya que hacía dos años cuando fuimos al mismo sitio, pero había cola y decidimos no esperar.
Esta vez les convencí, tenía curiosidad para ver que era. Cogimos sitio en el suelo, e incluso en el suelo estábamos apretados por la cantidad de gente que había. Hablamos de trivialidades mientras empezaba, y  Sam y Robert comenzaron a hablar de Gossip Girl, la serie de moda, inevitablemente dejé de prestar atención a su conversación, porque Robert estaba contando capítulos que Sam se había perdido, pero yo había visto, y comencé a sentirme de lado en la conversación. Me puse a leer uno de los libros que me había comprado, pero la mente se me iba fácilmente a mis preocupaciones mientras les escuchaba de fondo. “¿Y ahora porqué me siento sola? No, no puede ser, no me están dejando de lado. Solo hablan y se ponen al día, hace mucho que no se veían y yo he hablado con ambos. Pero entonces, no sé porque me siento así. ¿No serán celos? No, no, no, no es posible, no siento nada por él. Además si no se acuerda de algo me lo pregunta, no me están dejando aislada, quien se aísla soy yo. Ya lo he superado, no, no debe ser eso”.
-          Hey Susana!, ¿Qué te pasa? Estás rara. – Robert me sacó de mis pensamientos.
-          Nada, nada. Solo estaba leyendo.
-          Léelo en casa, ¿no? Habla con nosotros.
-          Es que ya le estabas contando tú la historia, ¿que más decir?
-          Si ya hemos acabado.
-          Ups, no me había enterado.
Y así volvió a pasar un rato más, ya llevábamos casi una hora allí y nada pasaba. Ya nos dolían las piernas de cómo estábamos sentados e íbamos cambiando de posición. Al final acabó Sam echada en la pierna de Robert que las tenía flexionadas y yo apoyada en la otra pierna medio dormida.
Por una parte queríamos irnos ya, pero por otra ya llevábamos mucho rato y queríamos esperar. Al final vimos unas cuantas actuaciones y nos fuimos, no era gran cosa.
-          Ahora entiendo porque no nos quedamos la otra vez.
-          Pues sí, no volveremos al escenario más.
-          ¡Cierto! Bueno, ¿vamos a ir ahora allí?
-          Como queráis. - Respondió Robert.
-          Sí, que yo quiero ver a tu amiguito.
-          Sam! – Le dije poniéndole mala cara mientras se reía con Robert. Saqué mi teléfono y marqué el número.- Hola! Ya hemos salido del escenario… Sí, ahora vamos… Sí, sé donde está, lo del centro, ¿no?... De acuerdo, sí… Vale, ¡hasta ahora!
-          ¿Y bien?
-          Hemos quedado en el estante del medio, cuando este allí le haré una llamada perdida.
Robert puso entre mala cara, la misma de disgusto que debía de tener Dani cuando se enteró que también iba a ir él. Llegamos allí y esperamos un rato. No le veía por ningún lado. Entonces Robert lo reconoció cuando venía. “Y eso que le cae mal”, pensé sonriente.
-          ¡Hola!
-          Hola, por fin nos vemos.
-          Sí,  – Comenzó a hablarme de que se había comprado, presentamos a nuestros amigos,  y nos despedimos. Recuerdo que luego, hablando por Messenger me dijo que no nos habíamos dado dos besos, y yo me alegraba. Esta esa circunstancia que hacía que no me fijara en él para nada.
Estuvimos un rato más dando vueltas sin rumbo, un poco culpa mía porque no me quería ir, estaba muy a gusto con ellos y en parte por culpa de Sam. Su madre tenía que pasar a buscarla, y hasta que no acabara con lo que estaba haciendo no podía venir. Llamé a mi madre y le dije que estábamos esperando y que luego iríamos donde estaban. Nos hicimos unas últimas fotos de recuerdo, y Sam volvió a decirme que había cambiado mucho. Tanto hablar con Robert me había cambiado, ahora era menos callada y decía las cosas más claras.
Sam se fue y nosotros fuimos a buscar a mis padres para que nos pasaran a buscar. Nos alejamos un poco de ellos para hablar, aunque mi madre tenía la oreja puesta y se esperó hasta que llegáramos a su altura.
Una vez en casa estaba muy confundida, se suponía que lo había superado, se suponía que ya no le quería. Y ahora me resultaba, sin saber porqué, era muy doloroso tener ese sentimiento y no poder decírselo, porque entonces no me hablaría de sus problemas y yo quería ayudarle, igual que siempre me ayudó a mí.
Pasaron unas cuantas semanas y la fecha límite para entregar el Trabajo de Investigación se acababa, me pasaba noches sin dormir intentando hacerlo, porque de vez en cuando, la verdad es que bastante seguido, hablaba con Robert.
Fue en una de esas noches cuando le dije que todavía le quería, que se aclaró, sin saber cómo salió el tema, que le amaba, que no simplemente me gustaba. Me dijo que si lo hubiera sabido se hubiera alejado un poco para que me fuera más fácil olvidarle. Era extraño, incómodo.
Había pasado un mes más, habíamos hablado de que me ayudaría a hacer la presentación del Trabajo de Investigación, pero todo quedó en el aire; un día no podía yo, otro no podía él… hasta que quedamos un día, pero a última hora me dijo que no podía, que tenía que ir a no sé dónde.  La verdad es que últimamente no hacía más que tener este sentimiento que jamás había tenido hasta entonces. Cuando él pensaba que ya no sentía nada por él salió el tema de los besos, y dijo de besarnos, que para él no significaba nada, y que además así yo practicaría, además me dijo que quería una opinión de cómo besaba. Me negué por miedo de volver a caer. Pero no puedes caer más si ya estás en el suelo ¿no?. Tenía pensado decirle que nos besáramos, que me apetecía. Realmente quería saber que se sentía y si era él sería mejor que si fuera otro en esos momentos, deseaba saber que se sentía besar a la persona que amabas.
Nada pasó en un largo tiempo. Vino a ver mi presentación al igual que Leo. Hablando de Leo,  fue con él con quien ensayé la presentación, parecía que volvíamos a ser muy amigos. Nos llevábamos mejor que hacía tiempo.
Después de la presentación nos vimos alguna vez más, venía al instituto a ver a sus antiguos amigos y compañeros de clase. Recuerdo una vez que nos vimos, pero ahora ya hace tiempo y no sabría decir si fue antes o después de la presentación, pero recuerdo que me peleé con mi madre y le dije que me acompañara a ver una película que tenía pensado ir a ver sola y él accedió. Estaba entre asustada por si mi madre lo descubría y emocionada. La película que vimos tenía un punto romántico, de hecho una amiga me dijo que esas películas eran para irlas a ver con tu pareja, y yo sentía que era como una especie de cita, aunque sabía que no era así, que él no lo sentía así.
Recuerdo la escena del beso, me giré a mirarle disimuladamente, mordiéndome el labio inferior, me pregunto qué hubiera pasado si se hubiera dado cuenta de lo que estaba pensando en ese momento. Después de eso no pasó nada más.
Poco a poco me iba soltando, cada vez me daba menos vergüenza decir lo que sentía, especialmente por Messenger, y comencé a insinuarme, a decir muchas cosas que todavía no puedo creer que dijera. Cada vez le decía más cosas, ya no sabía si lo hacía porque pensaba que él prefería que fuera así, porque estaba desesperada porque me prestara atención o si simplemente, me había vuelto loca.
Al principio no era realmente consciente de eso, hasta que Emily apareció de nuevo rogándome que le preguntara a Robert que sentía por ella, y que si volvería con ella. Se me encogió el corazón.
Fue entonces cuando me vinieron aquellas palabras. No sabía cuándo me había empezado a dar igual lo que ella sintiera, y no quería que sufriera, pero si para que ella no sufriera tenía que sufrir yo por callarme lo que sentía, no lo haría, no, ahora ya no. Había llegado demasiado lejos. Sí, investigué, Robert me pidió que no lo dijera directamente ni de golpe que no, no pensaba volver con ella. He de reconocer que me moría de ganas por decírselo así, bruscamente, para que Emily se alejara un poco.
De nuevo pasó un tiempo sin nada interesante, quedamos alguna vez y de nuevo el tema de besos. Últimamente salía a menudo en nuestras conversaciones, alguna vez lo sacaba yo, pero todo acababa en una especie de broma.
Llegó un momento en que lo que Emily pudiera sentir al saber lo que yo quería comenzó a darme igual. De hecho, ya no era su novio, así que no tenía ningún derecho a echarme en cara nada y además, él tampoco sentía nada por ella así que decidí pasar a la acción.
Sabía que Robert no sentía nada por mí pero, aún así, estaba segura de que si chinchaba un poco, algo conseguiría.
Hubo un tiempo en que casi nada cambió. Mi relación con Robert era la misma y la que tenía con Emily se enfrió un poco. Ya no nos veíamos en clase y si seguía hablando mucho con ella me costaría más actuar, además que siempre me preguntaba por Robert, ya comenzaba a ser pesada, a veces, incluso parecía que lo hiciera a posta, para dejarme claro que no me dejaría hacer nada con él.
Ya hacía unos meses que la cosa iba así y ya estaba cansada. Si que es cierto que las bromas habían subido de intensidad y ya no eran tan bromas, pero todavía nada había pasado y yo yo quería poderle besar no solo decir que lo haríamos.
Susy! Dice: Entonces ¿pasamos la noche en el piso de Emily?
RoB Dice: Sí, lo dijeron ayer. Ha convencido a sus padres para que nos podamos quedar.
Susy! Dice: Madre mía, a ver lo que le va a pasar a la casa..
RoB Dice: Sí… contigo… eres capaz de quemarla.
Susy! Dice: ¡¡Oye!! Si la quemó será porque te me acercas mucho.
RoB Dice: Mírala, ya comienza. Pero mucho hablar y luego en persona nada, como siempre.
Susy! Dice: No me tientes que no respondo.
RoB Dice: Eso dices ahora… Ya verás que sosa estarás el finde… Aunque tal vez con un poco de alcohol la cosa mejore ¿no?
Susy! Dice: Claro, quieres emborracharme para que no me acuerde de lo que he hecho, ¿no? Pues que sepas que si me emborrachas, será peor para ti, porque no beso tan bien.
RoB Dice: Y lo dice como si lo tuviera comprobado, pues venga lánzate si tan bien lo haces ;)
Susy! Dice: mmm… que bien me lo voy a pasar el finde.
Sí, no podía seguir sin hacer nada o me arrepentiría. No me importaba si para él no significaba nada. Tendría que intentar hacerlo cambiar de opinión, total, el ‘no’ ya lo tenía. Lo malo era Emily, que íbamos a su piso. Seguro que se ponía a Robert en la misma habitación que ella. Suerte que contaba con la ayuda de Sue, que sabía lo que sentía, ella me ayudaría a que me quedara a solas con él, porque tampoco quería que Emily lo viera, era violento.
Pensando en cómo hacer que nos quedáramos solos y como lanzarme y estar preparada para lo que pudiera pasar, pasó la semana y llegó el viernes, el día que nos íbamos al piso.
-          Vale, en el coche de mi padre cogemos seis… ¿y los otros dos?
-          Yo llevo mi coche, ¿quien se viene conmigo? – dije.
-          ¡Yo y Robert! – Exclamó con demasiado entusiasmo Sue, quise matarla en ese momento, aunque al escuchar lo que le susurró a Emily me quedé más tranquila.
-          - Es que han tenido una pequeña pelea y quiero que lo arreglen antes de estar allí para que no haya mal royos…
-          Pero ¿tú estás metida? – preguntó Emily.
-          No.  Pero pienso que tal vez pueda hacer que vayan las cosas por buen camino.
-          Mejor déjalos solos, ¿no? Si tienen público quizás se ponen cabezones y no se arreglan. Si no va bien la cosa siempre pueden parar y te vas tú con ella y Robert que se venga.
-          Vale, voy a decírselo.
Y fue hacia el coche donde ya me había subido yo.
-           A ver chica… yo pensaba venir con vosotros pero me ha dicho que vaya con ella, porque le he dicho que estabais peleados y ha pensado que mejor que no haya público para que lo arregléis…
-          Tía, no tendrías que haberle dicho eso… me siento como una traidora.
-          Lo sé, pero no te preocupes, la mentira la he dicho yo y ella no tiene nada que hacer. Aprovecha.- Me dijo guiñándome un ojo y yendo hacia Robert. – Robert, yo me voy en el otro coche que me tenía que contar no se qué Emily.
-          Vale, hasta luego. – Y se subió al coche. – Qué miedo, ¿seguro que llegamos?
-          Qué gracioso… - y le eché una mirada que intentaba ser fulminante.
-          No pretenderás asustarme, ¿no? – Dijo sin aguantarse la risa lo más mínimo.
-          Ya me lo dirás más tarde… - Susurré, pensando que no lo oiría y en ese momento el semáforo se puso en rojo. Entonces noté como se había acercado a mi cara y me giré.
-          ¿Seguro que no serás tú la que se asuste y se eche para atrás? – Odiaba que hiciera eso… sin darse cuenta me daba esperanzas porque era como si, aunque dijera que no le importaba, realmente quisiera besarme. Cuando le iba a responder se puso el semáforo verde y seguimos en silencio, escuchando la radio, hasta llegar al piso que estaba a unos treinta minutos.
-          Sue le ha dicho a Emily que estábamos peleados y que íbamos juntos para arreglarlo y que no hubiera mal rollo el finde. - Dije mientras aparcaba. Paré el motor y le miré.
-          Y ¿porque?
-          Para que fuéramos juntos y… - me acerqué sin que él se lo esperara y le di un pequeño pico, más bien rocé fugazmente sus labios con los míos, ni siquiera lo consideraría pico. - para que pudiera hacer esto sin sentirme culpable que nos viera.
Y salí del coche.
-          Igualmente te sentirás mal por haberle mentido… - dijo, un poco sorprendido, después de todo, no esperaba que lo hiciera.
-          En realidad no, porque yo no le dije que lo hiciera, le pedí que lo hiciera estando aquí, no en el coche.
-          Ya… - Y mientras empezábamos a caminar en dirección hacia donde habían aparcado los otros, con nuestras mochilas a cuestas, se acercó a mí y rodeó mi cintura – Y dime… ¿aquí se va a quedar todo o solo ha sido el comienzo? – Luego se adelantó y acercó a los demás mientras yo me quedaba allí parada y un poco aturdida, no le entendía. Representaba que me había preparado para sus salidas.
-          Hey Emily, habrá ascensor, ¿no? Porque si no, nos morimos para subir todo esto.
-          Claro. – Y dirigiéndose a mí – Susana, si no te espabilas no sabrás donde es, ¿te pasa algo?
-          No, no, perdón. Ya voy.
Una vez subimos todos dejamos las cosas, nos pusimos el bañador y nos fuimos todos a una playa que había allí cerca. Estaba anocheciendo. Las chicas nos metimos todas en el agua y comenzamos a jugar mientras que los chicos se quedaron mirando. Después de un rato vino el novio de Sue y se acercó a ella, yo dije que estaba cansada y que me iba a estirar un rato y aproveché para sentarme al lado de Rober.
-          No me digas que vienes a la playa y no te vas a bañar.
-          Me gusta más la arena que el agua.
-          Qué pena…
-          ¿Pena? – Preguntó extrañado, porque no sabía cuál era la pena, aunque sinceramente… ni yo lo sabía, solo me había salido así.
-          Nada, nada.
Y me quedé un rato más callada a su lado, echándole un vistazo de reojo de vez en cuando.  Emily había venido ya varias veces a ver si nos metíamos y como siempre decíamos que no alguna vez se quedaba con nosotros, pero se aburría y volvía al agua. Era la séptima vez que nos lo decía.
-          Venga veniros, que aquí es aburrido.
-          Vale, venga, que ya he descansado, pero se nota que tú no has conducido todo el viaje.
-          Ni que fueran nueve horas – dijo en tono irónico.
-          Venga vamos.
Estuvimos hasta pasada media noche en el agua, pero yo ya no podía más así que les dije a los chicos que me iba al piso a echarme un rato ya que, después de eso querían ir a cenar y necesitaba descansar un poco. Cogí las llaves y me fui, cuando llevaba unos cuantos metros andados me llamaron.
-          ¡Espera! - Era Robert que venía andando ligero. – Para estar solo y aburrido me vengo y pongo la tele aunque sea.
-          Vale.- Estábamos cerca del portal cuando de golpe se puso delante de mí y me barró el paso.
-          No me digas que teniendo esta oportunidad la vas a desaprovechar, ahora no está Emily y no ha habido mentira de por medio, ¿no crees que no te sentirías tan mal? – Me miraba haciéndose el interesante…
Me reí.
-          ¿De que te ries? – Le desconcerté con mi risa, pero no lo pude evitar.
-          Es que… parece que el que quieras seas tú y no yo. - Me escabullí de donde me tenía arrinconada – Pero como en realidad soy yo… lo haré cuando quiera y menos te lo esperes. – Y entré al portal.
Entramos en el piso y yo me fui a buscar la ropa que me pondría para la noche y la toalla y después al baño a darme una ducha y cambiarme para luego, antes que vinieran los demás y estuviera imposible entrar. Cuando fui a abrir la puerta Robert salía.
-          Oh, no me digas que te ibas a duchar tú. No, todo tuyo. – Y fue a sentarse en el sofá y puso la tele. Yo entré y me quité la ropa cuando me di cuenta que me había dejado el champú del pelo y allí no había ninguno… me iba a vestir de nuevo pero eso me tomaría mucho tiempo, así que me enrollé la toalla y salí a buscarlo.
-          ¿Eres consciente que estamos solos aquí y que van a tardar en venir?
-          SI, y también de que no harás nada, así que… - Y entre donde tenía la bolsa para coger el champú – Claro que… no de que yo no haga nada… - Le dije mirándole mientras entraba en el comedor. Sin decir nada más me acerqué a él y me puse de rodillas en el sofá al lado de donde él estaba. Me incliné hacía él y él se giró a ver la tele – Venga, no te hagas de rogar – le cogí de la cara y le hice mirarme, mire primero sus ojos y luego bajé a sus labios. No podía creer que por fin tuviera lo que quería, por fin podría besarle de verdad, me acerqué a él lentamente, quería disfrutar del momento, ya notaba su aliento en mi boca y entonces roce mis labios suavemente contra los suyos… Me separé un poco y volví a hacerlo. Robert también se animó y entreabrimos nuestros labios para que nuestras lenguas pudieran jugar por fin, después de todo ese tiempo esperándolo. Me separé y le miré, estaba impasible… no podía creer que mi corazón se hubiera desbocado tanto y él ni siquiera estuviera dándose cuenta que solo llevaba una toalla… Estaba por irme cuando me acerqué de nuevo y le di un pequeño mordisco en el labio, no sé porque lo hice, simplemente impulsos. El se me quedó mirando…
-          ¿Quieres que nos quedemos aquí esta noche mientras ellos se van? – Me dijo riéndose y medio en burla, desde luego que no pensó que realmente lo hiciera.
-          No sería mala idea, pero no. Que se trata que me divierta yo, no tú. – Y me metí en la ducha. Cuando salí del baño ya habían llegado Sue y su novio, supuse que querría comprobar que podían venir los otros… Salí de allí. – Hola chicos, ¿y los demás?
-          Ahora vendrán, no había quien les sacara del agua.
El resto de la noche transcurrió tranquila, no pasó nada más, aunque tampoco quería que pasara. En realidad yo no quería eso, yo quería tener un tierno beso con él para hacer que se enamorara de mí, pero al pensar que no daría resultado me puse a intentar provocarle, pero entonces sería una más, no quería eso. No podía ocurrir aquello de nuevo, desistía, tendría que buscar una forma que se fi jara en mí pero no así. Si lo hacía así no serviría de nada.